Cuento de invierno

Cuando llegué al poblado contemplé la gran montaña nevada,
aún había rastros del otoño: hojas en el suelo y viento cada vez más frío...

Un aroma a frío húmedo me dio la pauta de estar ya en invierno...
las casas se decoraban con musgo, heno y colgantes por doquier...

Los mismos lugares que hace tiempo visité en aquella población
esta vez los percibí diferentes: con un toque de finura matutina
y al atardecer...
una nostalgia de lo infinito...
En aquella ocasión saqué de mi cofre interior
el recuerdo de mi infancia - nostalgia
y se unía a mi futura vejez - finura.
Y una era mañana y la otra era tarde
pues el medio día pasaba desapercibido,
quizá por las nubes que tapaban totalmente el cielo y el horizonte...

Creo que la infancia y la vejez tienen algo en común: Despreocúpate.
"Vivir es trascender"- Por ello: ¡Vive al máximo, vive bien!
Tiempo hay para tristezas, para corajes... para reír y sonreír...

Esto no se da siempre, pensé y sentí que el tiempo es irrepetible...
como el agua de un río que no vuelve a ser la misma cada vez que la ves fluir.

Aunque en esta temporada hay como una foto congelada de la vida...
la nieve de la montaña no fluye... ahí está... ¡siempre!

Por eso nuestra vida fluye pero tiene matices definitivos: en invierno.
Los astros parecen organizarse para cantar... puede ser, lo está siendo...
Una música infinita que no se acabará jamás: la música de lo creado.

Como música de fondo un violonchelo resonando en el vacío aire helado,
lo que me daba una sensación de viento templado por el tema: de Bach:

Jesús...alegría de los creyentes...
 
Escrito por: Raúl Bazet

Comentarios

Entradas populares