El Paraíso perdido

Cuando muere la tarde
los silencios dominan las planicies
de mi alma y la pradera...
Una hojarasca arde
y así energía no desperdicies.

Las cenizas se las lleva el viento
y al fin el corazón
está contento
con los desatinos de la razón.

Así muere la luz...
el humor... y el llanto,
así quiero verte a trasluz...
así también me quebranto.

Un ave solitaria
gime y ríe
elevando su plegaria
¿será que el ave sonríe?

¿Dónde quedó la dicha?
¿Qué dicha?


Aquella del paraíso perdido.

Sombras envuelven la tierra
y el aire...
y el elemento...

¡Mañana!
¡mañana no existe!

Mañana encontraré
el Paraíso perdido...

Autor: Raúl Bazet Reyes




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